Estado Islámico (EI) es uno de los grupos terroristas más activos y mediáticos de la historia reciente. Sus actos terroristas en diversos países europeos convirtieron a la organización en una las más peligrosas y temidas por gobiernos y agencias de seguridad internacionales.
Aprovechando la guerra de Siria y de Irak, EI consiguió unificar bajo su mando una extensión significativa de ambos territorios bajo el nombre de El Califato. En su territorio, EI implantó una vasta influencia mediante instituciones y servicios propios, como policía, basureros, sistema sanitario, judicial y educativo, e incluso una moneda.
A principios de este 2019 parece que la acción conjunta de las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias y de EEUU ha puesto punto final al Califato en su extensión territorial. No obstante, se mantiene el temor a que combatientes de EI sigan en activo en forma de células durmientes, dispuestas a seguir su lucha tanto en Siria e Irak como en Europa.
De hecho, puede que el legado más peligroso de EI haya sido la manera novedosa y atrevida en que ha sabido difundir su mensaje, para hacerlo atractivo a un público global. Con ello, su capacidad de seducción va más allá de su plasmación sobre el terreno físico, y por lo tanto su peligrosidad podría seguir vigente más allá del Califato como tal.
Esa es una de las conclusiones que se desprendía del fascinante y terrible estudio de Javier Lesaca Armas de seducción masiva.

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