La invención de la «lectura de playa»

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Image by Milada Vigerova from Pixabay

El verano parece la época ideal para abandonarse a la lectura. Más en concreto a las “lecturas de playa”, una expresión con la que en ocasiones se identifican libros e historias, normalmente novelas, sin grandes pretensiones más allá de hacernos pasar un rato agradable.

Hoy día parece un fenómeno bien establecido, pero ¿cuándo las lecturas de verano empezaron a ser consideradas como tales?

Katy Waldman en un artículo para The New Yorker nos da algunas pistas sobre la emergencia de este fenómeno cultural. Sigue leyendo «La invención de la «lectura de playa»»

La beatificación de lo popular como progresista, o el mito de la cultura popular

Con los efectos de la globalización y tras la (aún muy presente) crash económico de 2008, lo que identificamos como la izquierda política parece sumida en una crisis ante la pérdida de confianza de los votantes tradicionales.

A ese fenómeno se le ha venido a sumar otro con posibles consecuencias también fuertes: la llamada política de la identidad.

La idea que encierra el concepto es que ahora los individuos, más que identificarse a sí mismos mediante coordenadas tradicionales como la clase social, lo hacen a través de la adscripción a grupos específicos, como el sexo, la raza o el tipo de dieta.

Varios analistas han señalado que el mayor efecto pernicioso de la política de la identidad sobre la izquierda tradicional es despojar a la clase trabajadora de un sentido de la identidad colectiva, puesto que las identidades cada vez están más fragmentadas y basadas en intereses particulares. Y, con ello, se torna cada vez más difícil la posibilidad de una acción colectiva que contrarreste las injusticias de clase que, con la excusa de la crisis, cada vez se han vuelto más gravosas.

El escritor y periodista Daniel Bernabé realizó su particular análisis del fenómeno en su obra La trampa de la diversidad, un libro que le ha valido elogios pero también fuertes críticas por parte de la misma izquierda.

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Respetar al lector, o ¿habría que darle a la gente lo que quiere leer?

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“Las bibliotecas deben darle a sus usuarios aquello que quieren”; “Hay que satisfacer las demandas de los usuarios”; “Los bibliotecarios no son quien para juzgar el consumo cultural de los usuarios”;… Son ideas recurrentes que suelen aparecer en la también recurrente cuestión de si las bibliotecas han de formar sus fondos con los documentos que demanden (o parezcan hacerlo) los usuarios o si han de apostar por algo más. Es decir: el problema de si hay que privilegiar la demanda sobre la calidad.

Me he tropezado con un interesante artículo de hace ya unos años de Bob Usherwood, profesor emérito de la University of Sheffield que trata sobre este dilema. En realidad, la postura de Usherwood es bien clara (una postura que desarrolla en extenso en su libro Equity and Excellence in the Public Library: Why Ignorance is Not our Heritage), y vale la pena recoger aquí algunos fragmentos que hablan por sí solos (los fragmentos son una traducción propia del original inglés). Sigue leyendo «Respetar al lector, o ¿habría que darle a la gente lo que quiere leer?»

La falacia lógica del gusto, o ¿qué tienen de malo las historias Disney?

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Cuando hablamos de cultura hay una tendencia cuando menos curiosa. Todos parecemos defender la necesidad de que cada cual desarrolle un gusto cultural autónomo, y afirmamos lo poco adecuado de criticar el gusto personal desde posturas que se parecen al elitismo rancio de otros tiempos. Pero, al mismo tiempo, en ocasiones parecemos dar un paso atrás con respecto a esa idea, al criticar determinadas pautas de consumo y los valores que creemos que reproducen. Es como si estuviéramos convencidos de la necesidad de que la gente piense por sí misma y llegue a sus propias conclusiones, sólo para criticar esas mismas conclusiones cuando no nos gustan o nos parecen erróneas.

Algo que en sí mismo es una contradicción: si defendemos el derecho de cada cual a crearse un gusto propio, entonces todos los gustos son no-criticables, con independencia de las pautas de consumo o de las ideas que esas pautas lleven asociadas; y si criticamos algunas pautas de consumo porque las consideramos de algún modo erróneas, fallidas, o perniciosas, entonces no estamos a favor de que cada cual desarrolle un gusto propio, y exprese su consumo en libertad. Voy a llamar a este embrollo la falacia lógica del gusto.

Me explicaré tomando como ejemplo una obra reciente: La lectura: entre el paper i les pantalles, de Gemma Lluch. (La lectura: entre el papel y las pantallas)

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No vivas el momento, o contra la dictadura del mindfulness

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En los tiempos de ansiedades varias en los que vivimos, casi que parece comprensible el repunte que se ha producido en la divulgación de estilos de vida supuestamente más saludables. Esos estilos incluyen cosas tan variadas como dietas, ejercicios, actitudes mentales más «positivas» y, cómo no, el mindfulness.

Con su insistencia en vivir el momento,  o estar plenamente en el momento presente, el mindfulness parece haber conectado con las necesidades emocionales de miles de personas. Y no sólo eso: es una filosofía que ha sido adoptada por las más variopintas figuras sociales, desde líderes de opinión hasta gurús y emprendedores. Con tan amplia aceptación, era de esperar que surgieran voces críticas con esta práctica, como es el caso de Ruth Wippman, autora de America The Anxious, que en un artículo para The New York Times dedica unos párrafos a la cuestión del mindfulness. Sigue leyendo «No vivas el momento, o contra la dictadura del mindfulness»