Estoicismo climático contra la desesperación climática

Uno de los obstáculos en la lucha contra el cambio climático es el negacionismo climático, es decir, las personas o grupos de presión que niegan la realidad de la existencia del cambio climático. Recordemos que a estas alturas hay un consenso muy amplio a la hora de determinar la realidad del cambio climático y la responsabilidad humana en dicho cambio.

Pero puede que haya otro obstáculo que se esté convirtiendo en igual de peligroso: la desesperación climática. Es decir, la sensación de impotencia que nos puede invadir a la hora de contemplar las posibilidades reales de revertir o detener el cambio climático.

En ese sentido, Max Goodman escribe en Phys.org sobre lo dañino de la desesperación climática y cómo podemos combatirla gracias a la actitud que él denomina estoicismo climático.

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¿Es más información el remedio contra el negacionismo científico, político o religioso?

The truth about denial

La idea de que más información conduce directamente a cambios en actitud en temas emocionalmente cargados parece más la expresión de un deseo (whisful thinking). Los únicos resultados que han mostrado una relación positiva entre información y opinión se han obtenido en condiciones artificiales, donde los temas son presentados de forma aislada del contexto cultural de los sujetos, así como de la identificación con sus iguales y de las matrices ideológicas. Sigue leyendo «¿Es más información el remedio contra el negacionismo científico, político o religioso?»

¿Por qué deberíamos confiar en los científicos?

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Image by Ernesto Eslava from Pixabay

La historiadora de la ciencia Naomi Oreskes es autora, junto a Erik M. Conway, de un interesante libro que en español fue publicado por la editorial Capitán Swing con el título Mercaderes de la duda.

En el libro, Oreskes y Conway nos explican cómo un grupo de científicos fue pagado por representantes de ciertas industrias para sembrar la duda entre el público con respecto a temas como el cambio climático, los efectos perjudiciales del tabaco y otros semejantes.

En este 2019, la Princeton University Press ha publicado un nuevo libro de Orestes y que también promete ser interesante. Con el título Why trust science? Oreskes nos quiere mostrar las razones por las que tendríamos que confiar en la ciencia como fuente de conocimiento autorizada en temas como el cambio climático o las vacunas.

El trabajo de Oreskes parece muy oportuno, dado el clima de cierta alarma social provocada por las noticias falsas, y el escepticismo hacia cuestiones que la ciencia parece haber mostrado como bien fundamentadas fuera de toda duda razonable: por ejemplo, la realidad del cambio climático y la influencia humana en éste, o la seguridad y efectividad de las vacunas.

En el momento de escribir estas líneas no existe traducción de la obra de Oreskes. Pero la autora ya había desarrollado sus argumentos de forma condensada en otros lugares, como por ejemplo en un artículo para la revista Time o en una charla TED de título Why we should trust scientist (Por qué deberíamos confiar en los científicos). Sigue leyendo «¿Por qué deberíamos confiar en los científicos?»

Las personas con más educación tienen creencias más polarizadas en temas científicos controvertidos

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Uno de los remedios a los que se apela con más frecuencia para intentar paliar los prejuicios que socavan nuestras sociedades es la educación: gracias a ella, se dice, los individuos tienen la oportunidad de poner en marcha el pensamiento crítico, de juzgar por sí mismos y de combatir la ignorancia.

Pero parece que la relación entre la educación y los prejuicios es menos directa de lo que quedríamos. Según un reciente trabajo de investigadores de la Carnegie Mellon University, una mayor educación puede llevar a tener creencias más polarizadas, y no menos, en cuestiones científicas relacionadas con la identidad individual.

Los investigadores, Caitlin Drummond y Baruch Fischhoff utilizaron datos de la General Social Survey, una encuesta nacional de EEUU financiada por la National Science Fundation. Drummond y Frischhoff examinaron las creencias sobre seis cuestiones (investigación en células madre, el big bang, la evolución humana, los alimentos transgénicos, la nanotecnología y el cambio climático), poniéndolas en relación con tres indicadores del nivel de educación: la titulación obtenida, las clases de ciencia recibidas en el instituto y en la escuela y la aptitud general para los hechos científicos.

Drummond y Frischhoff hallaron que en cuatro de esas cuestiones, la investigación en células madre, el big bang, la evolución humana, y el cambio climático, los individuos con mayor educación tenían creencias más polarizadas. Escribe Drummond en una reseña del estudio para Science Magazine:

Sólo podemos especular sobre las causas subyacentes […]. Una posibilidad es que las personas con más educación es más probable que sepan lo que se supone que tienen que decir, en cuanto a esos temas polarizados, para expresar su identidad. Otra posibilidad es que tengan más confianza en su habilidad para argumentar su postura.

 

Da que pensar: El resultado del estudio de Drummond y Frischhoff es llamativo, pero viene a sumarse a algo que el movimiento escéptico viene afirmando en los últimos tiempos: la lucha contra la irracionalidad no sólo es una cuestión de educación. Y es que las creencias irracionales también campan a sus anchas entre los sectores de la población con más educación. Es algo sobre lo que ya traté en la entrada Los límites del pensamiento crítico y el poder de la educación.

Tal y como mencionaba en aquel artículo, quizá no haya que caer en un excesivo cinismo: gracias a la educación, o en buena parte gracias a ella, se han conseguido avances sociales y de conocimiento en una buena cantidad de ámbitos importantes. Lo que sucede es que parece que siempre vayamos a encontrarnos con un muro de prejuicios enraizados en nuestra personalidad que la educación, la racionalidad y los datos no pueden traspasar.

Puede que, como también apuntada en aquel artículo, parte de la solución en la lucha contra los prejuicios y la irracionalidad esté en la comunicación. Como afirma el médico Vicente Baos:

El desprestigio social es lo que funciona. Convencer a un homeópata de que lo suyo no es nada resulta imposible porque es una creencia arraigada y la gente tiende a evitar las disonancias cognitivas, es decir, a rechazar lo que va en contra de sus creencias más profundas. Un ejemplo serían las famosas pulseritas Power Balance, la gente que las usaba empezó a no hacerlo cuando se creó la sensación de que era un poco ridículo. La inmensa mayoría de la gente lo abandonó, independientemente de si antes creía que hacía algo o no. Pero si el pensamiento social es crítico, algo se abandona y se olvida. Aunque habrá otra cosa que salga, eso es inevitable.

¿Cómo convencer a liberales y conservadores?: adaptando el mensaje

 

La orientación política parece ser una parte irrenunciable de la personalidad de miles de individuos. Y eso puede llegar a ser un problema: grandes desafíos como el cambio climático parecen exigir una respuesta conjunta y coordinada, más allá de las diferencias particulares en la forma de entender determinados hechos sociales.

Es por ello que desde hace años hay una considerable preocupación por hallar formas de fomentar el diálogo y la comprensión entre las diversas ideologías. Geoff Haddock, en Psychology Today, reseñaba en abril de 2016 los resultados de un estudio (también de 2016) que ofrecían otra muestra de cómo la forma de transmitir los mensajes puede afectar a lo dispuestos que estén las personas a tenerlos en consideración.

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¿Deberíamos tener menos hijos para salvar el planeta?

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Parece que no haya semana en que no tengamos una mala noticia relacionada con el cambio climático y el calentamiento global. Por poner sólo algunos ejemplos de noticias recientes (en el momento de escribir esto): el hielo del Ártico alcanzó este verano su segundo nivel más bajo desde que se tienen registros; en EEUU hay voces que afirman que el crecimiento del nivel del mar ya está produciendo efectos palpables en sus costas; un estudio reciente parece echar por tierra la idea de que un incremento de CO2 en la atmósfera puede ser beneficioso para las plantas.

A pesar de estas claras señales de los cambios que se están produciendo en el clima, y de sus efectos a nivel global, y a pesar de los informes de organismos internacionales que alertan de cuánto podría empeorar la situación en el futuro, parece que las medidas de los diferentes gobiernos no están a la altura del compromiso.

Vistas así las cosas, no faltan voces que propongan nuevos medios para combatir el cambio climático. En agosto de 2016, la página web de npr publicaba un artículo de Jennifer Ludden que recogía una propuesta polémica: según el filósofo Travis Rieder, si queremos salvar el planeta deberíamos tener menos hijos (o no tenerlos en absoluto). Sigue leyendo «¿Deberíamos tener menos hijos para salvar el planeta?»

La invención moderna de la playa

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Cada verano, miles de personas se embarcan en lo que ya es un ritual de nuestra cultura: ir a la playa. Y es que la playa se ha convertido en un lugar lúdico por excelencia, donde se expresa el culto al cuerpo y se llevan a cabo un buen número de actividades sociales. Pero la playa no siempre ha sido este lugar que todos tenemos en nuestro imaginario.

Daniela Bley, en un artículo para Smithsonian Magazine, nos habla de la evolución del concepto moderno de la playa como lugar de recreo. Y lo hace repasando algunas de las obras recientes que buscan comprender esa transformación conceptual. Sigue leyendo «La invención moderna de la playa»