Por qué leer todavía, o por una nueva defensa de la lectura

Por que leer

Leer nos hace más libres. Leer nos hace mejores personas. Leer nos cambia la vida, nos permite conocer nuestro yo más íntimo y experimentar vidas y realidades ajenas a la nuestra. Leer es una puerta abierta a la fantasía y a la maravilla.

Estas y otras afirmaciones semejantes son una parte fundamental del discurso sobre la lectura de los últimos años. Tales aseveraciones se pueden hallar en las opiniones de docentes, de escritores e intelectuales, y también en las campañas oficiales de promoción de la lectura.

Parece que se ha optado por ensalzar el valor de la lectura apelando a sus en apariencia múltiples beneficios, en unos tiempos en los que la lectura (al menos la lectura de libros en papel) tiene unos poderosos enemigos en las nuevas formas de aprendizaje y entretenimiento digital.

Tan ubicuo es dicho discurso que podríamos decir que ha dado paso a un subgénero de ensayo sobre la lectura: aquel que matiza e incluso niega su utilidad. Y ello por la vía de la crítica, de la deconstrucción de los beneficios que se suelen aducir para afirmarla.

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Chris Cornell y el arte de seguir adelante 

La muerte de alguien del mundo del espectáculo siempre es un hecho curioso. Por un lado, miles de personas mueren al día en todo el mundo, algunas de ellas en condiciones horribles, sin que sus nombres ocupen ninguna de las noticias con las que nos alimentamos cada día; por el otro, la muerte de algún “famoso” suele recibir una nada desdeñable atención por los medios, con loas de lo más diversas.

Estas líneas están escritas a cuento de la muerte de un personaje del mundo de la música: el cantante Chris Cornell.

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Leonard Woolley, y cuando los reyes de Ur se convirtieron en dioses

leonard woolley

El pasado siglo XX vio cómo se producían fabulosos hallazgos arqueológicos. Uno de ellos fue el de las tumbas reales de la ciudad de Ur (actual Irak), en la antigua Mesopotamia. El día 17 de abril se celebra el aniversario del hombre que llevó a cabo la dirección de las excavaciones: Leonard Woolley.

Woolley es considerado como el primer arqueólogo moderno, y sus cuidadosos métodos lo justifican. Llegó a los yacimientos de Ur en 1922, pero no fue hasta la campaña de 1926-1927 cuando comenzó la excavación de lo que se suponía era la necrópolis real. El trabajo de Woolley está explicado a la perfección en el artículo Las tumbas reales de Ur, de National Geographic.

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¿Quién es responsable de la desinformación?: ¡eres tú, joder!

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Entre mis lecturas favoritas de estas últimas semanas se encuentra 33 revoluciones por minuto de Dorian Lynskey. El libro de Lynskey es una informadísima obra sobre el desarrollo de la canción protesta a partir de la década de 1930. Centrada en el ámbito anglosajón (excepto tres capítulos), la obra no es sólo un libro de música: también es en buena medida un repaso a las convulsiones recientes de nuestro mundo occidental, y cómo esas convulsiones fueron interpretadas, analizadas y digeridas por músicos de diversos estilos en un esfuerzo de darles sentido y de combatirlas.

Con su extensión y el buen hacer de Lynskey, la obra tiene momentos memorables. Uno de los que más me llamó la atención fue el capítulo dedicado a la banda galesa Manic Street Preachers y a su canción Of walking abortion, escrita por el desaparecido Richey James Edwards e incluida en el álbum de 1994 The Holy Bible.

Para Lynskey, la canción de los Manic es destacable porque parece invertir la lógica de lo que se suele considerar canción protesta:

El principio subyacente de prácticamente todas las canciones protesta es que la gente es esencialmente buena y sólo necesita que la liberen de unos pocos individuos malvados. Sin embargo, On Walking Abortion sostiene que la gente es débil y egoísta y que es ella la que crea estos monstruos […] (p. 738)

Comenta Lynskey que el “asco moral” que impregna todo el disco se fraguó en una visita de la banda a los campos de concentración alemanes de Dachau y Bergen-Belsen. Lynskey recoge las declaraciones de otro de los miembros de la banda, Nicky Wire:

Existe una filosofía dominante detrás del álbum entero: el mal es una parte esencial de la condición humana y el único modo de superarlo consiste en reconocer todas las hipocresías, todos los males, reconocerlos en nosotros, lo cual, me parece, no es una visión muy progresista. (p. 736)

Lynskey tiene razón al afirmar que toda la rabia y la denuncia de On Walking Abortion, y del disco en general, se condensa en las frases finales de la canción, aulladas por el cantante James Dean Bradfield:

Who is responsible? You fucking are! [¿Quién es el responsable? ¡Eres tú, joder!]

Las reflexiones en torno a On Walking Abortion y esas tremendas frases finales resuenan en mi memoria con fuerza estos días a cuento de la polémica de las noticias falsas en Facebook.

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Como la vida misma

Supongo que es inevitable que, al llegar a cierta edad, nos preguntemos qué es la vida. Quiero decir, que nos preguntemos cuál es el sentido de todo: ¿la vida era sólo esto, un ir pasando las etapas que se supone que todos hemos de pasar?; ¿o quizá tendría que haber hecho más de aquello que hice, “vivir más”, como aquel que dice?

Seguro que es la conciencia del paso irreversible del tiempo aquello que nos provoca estas reflexiones, unos pensamientos que pueden acabar generando la tan temida crisis de la mediana edad. No todo el mundo la padece, pero seguro que es un fenómeno bastante extendido: al fin y al cabo, ¿quién no se ha interrogado nunca por el sentido de su vida? Este carácter general hace que la crisis existencial de los cuarenta (o cincuenta) sea uno de los materiales favoritos de muchos creados para sus historias. En España hay un creador en particular que destaca por el tratamiento del fenómeno: el cineasta Cesc Gay. Sigue leyendo «Como la vida misma»