Los hechos no son suficientes, o por qué los negacionistas rechazan la ciencia

Aunque hay temas en los que el consenso científico es abrumador, pareciera como si los negacionistas de distinto tipo hubieran proliferando o cuando menos se hubieran vuelto más vociferantes, como si fueran inmunes a la evidencia. Ya hablemos de la creencia en poderes sobrenaturales, del cambio climático, de los transgénicos o de la efectividad de las vacunas, los negacionistas no sólo no han disminuido sino que el negacionismo se ha vuelto un problema más urgente. 

Se supone que el remedio clásico contra el negacionismo es proporcionar a los negacionistas más y mejor información para que así puedan modificar sus puntos de vista y sustituir la información errónea que manejan por otra veraz. Pero aunque parezca una estrategia de sentido común, puede que esté profundamente equivocada.

David Ludden nos explica por qué en un artículo en Psychology Today, resumiendo un trabajo del psicólogo Matthew Hornsey publicado en Current Directions in Psychological Science.

Hornsey sostiene que el rechazo a la ciencia no se debe tanto a la falta de conocimientos científicos como a las emociones y a las necesidades psicológicas que se encuentran en la raíz de determinadas creencias. Por ello, proporcionar más información o incidir en la necesidad de argumentos más racionales dejar sin efecto a esas emociones y necesidades que son las que sostienen las creencias en última instancia.

Ludden escribe que Hornsey ha creado una metáfora útil para visualizar dónde está el problema:

Hornsey explica la psicología del rechazo de la ciencia utilizando una metáfora del árbol. Las actitudes anticientíficas que expresa la persona son como las ramas del árbol, ya que estas son las que podemos observar fácilmente. La educación entonces es como podar. Puede cortar la rama antivacunas o de la tierra plana con los argumentos correctos, pero simplemente volverá a crecer. Esto se debe a que las ramas que se encuentran por encima del suelo se nutren y apoyan en las raíces subterráneas, que son necesidades emocionales y psicológicas profundas de las que la persona puede que ni siquiera sea plenamente consciente.

Ludden continúa su artículo exponiendo cuáles son las raíces en la metáfora de Hornsey que sostendrían el negacionismo científico. Sólo voy a mencionar sus nombres, y te invito a que leas al completo el artículo de Ludden en Psychology Today y que revises el artículo original de Hornsey:

  • Ideologías
  • Intereses creados
  • Cosmovisión conspiracionista
  • Miedos y fobias
  • Identidades personales
  • Identidades sociales
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