
De todas las ideas que ha generado los libros de la industria de autoayuda, hay una que ha calado especialmente entre el público en general: la necesidad de encontrar nuestra pasión, nuestro propósito en la vida. Y es que parece ser que sin un propósito claro que nos guíe, nuestras vidas parecen abocadas a caminos erráticos, en nuestra vida íntima o en nuestra vida laboral.
No es extraño entonces que muchas personas sufran una especie de angustia ante la falta de un propósito. No obstante, Karl Pillemer, un experto en gerontología médica, nos dice en un ensayo para la plataforma Aeon que podemos aprender al respecto una lección valiosa de nuestros mayores: olvidémos del propósito, porque es probable que tengamos diferentes propósitos a lo largo de nuestra vida.
Y es que los propósitos cambiar a lo largo de nuestra vida en función de nuestra situación vital, de nuestros intereses o de los cambios de prioridad.
Así pues, según Pillemer nuestros mayores nos invitan a reenmarcar la cuestión del propósito: pensemos mejor en encontrar una dirección general para nuestra vida, y persigámosla con energía y corage.
Encontrar una dirección en la vida es más fácil, más espontáneo, más flexible y menos cargado con matices de una revelación mística que te pondrá en la vía de un camino vital inmutable. Los tiempos cambiar, las circunstancias cambiar – de hecho, el cambio mismo es la norma más que la excepción. Un gran propósito, en su opinión [la de los mayores], no sólo es innecesario – también puede interponerse en el camino de una trayectoria enriquecedora. En su lugar, los mayores nos ofrecen la idea de encontrar un orientación, un “modelo de trabajo” si lo prefieres, que te guíe a través de cada fase de la vida.
[Determining a direction in life is easier, more spontaneous, more flexible, and less laden with overtones of a mystical revelation that sets you on an immutable life path. Times change, circumstances change – indeed, change itself is the norm rather than the exception. A grand purpose, in their view, is not only unnecessary – it can also get in the way of a fulfilling career. Instead, they have offered the idea of finding an orientation, a ‘working model’ if you will, that guides you through each phase of life.]
Claro que eso implica que tendremos que encontrar esa orientación, ese modelo. ¿Y cómo lo hacemos? Según Pillemer, hay dos maneras en las que los mayores también nos pueden ayudar.
La primera: preguntémosle a nuestro yo del futuro.
Experimentos han mostrado que cuando la gente piensa en detalle sobre sus yos futuros, es más probable que hagan mejores decisiones financieras, que muestren comportamientos altruistas, y que hagan más elecciones éticas.
[Experiments have shown that when people are made to think in detail about their future selves, they are more likely to make better financial planning decisions, show altruistic behaviour, and make more ethical choices.]
La segunda manera: entrevistemos a una persona mayor que represente el yo que quedríamos ser.
Da que pensar: Como dice Pillemer, la industria de la psicología positiva en sus variadas formas (lecciones de vida, asesoramiento sobre carrera profesional,…) nos presenta toda una parafernalia de técnicas y estrategias para encontrar nuestro lugar en el mundo, cuando la cosa podría ser más sencilla que todo eso: buscar el consejo de gente más madura que nosotros.
Porque la gente mayor tiene una cosa que el resto de nosotros no tenemos: han vivido sus vidas. […] De hecho, la gente que ha experimentado la mayor parte de una vida larga están en una posición ideal para valorar lo que funciona o no en cuanto a encontrar una dirección.
[Because older people have one thing that the rest of us do not: they have lived their lives.[…] Indeed, people who have experienced most of a long life are in an ideal position to assess what ‘works’ and what doesn’t for finding a direction.]
La reflexión de Pillemer es interesante no sólo en lo que se refiere a encontrar el camino propio. Nuestras sociedades están obsesionadas con la juventud, de manera que somos incapaces de verle nada positivo al hecho de madurar o envejecer. Al contrario, el envejecer no sólo nos libera de según qué imposiciones o ideas preconcebidas (como la falacia de encontrar el propósito), sino que nos permite ir elaborando nuevo conocimiento sobre la base de nuestras vivencias. Un nuevo conocimiento que, por qué no, bien podría contribuir a que vivamos más felices y serenos. De hecho, algunas investigaciones muestran que las personas mayores pueden ser más felices, comparadas con personas de menor edad.
Además, del ensayo de Pillemer también podemos extraer otra idea: prestar atención a lo que los demás pueden decirnos sobre la vida vale la pena. Aunque en última instancia sólo nosotros podemos andar nuestro camino, nunca estamos solos en nuestra travesía: contamos con la experiencia ajena de las personas que admiramos o queremos. Y, si mantenemos la mente abierta, podemos aprender cosas realmente valiosas de esa experiencia.